Juan: Cuál fue el momento ese de inflexión de decir: ostras es que esto me merece la pena, no? cuál dirías que fue diría que fue ?
Jesús: no tuve esos momentos de iluminación, pero poco a poco ya llegó un momento en el que me me gustaba despertarme, me gustaba, pasar de aborrecer la cotidianidad, las pequeñas cosas, el estar en familia, de repente sentir que ya disfrutaba con una comida en familia, una mirada con mi madre ,sonreír… o sea volver a ser una persona. Todo eso fue muy bonito, muy gratificante, pasas de estar muy vacío, con mucha depresión, la sensación de que de que eso va a ser permanentemente y cuando ya ves que con la rutina, con con las terapias, con el día a día, volver a establecer todo un orden y ves que vuelves a recuperar la ilusión y que vuelves a a sentir energía…
Juan: claro, todo lo que yo pensaba que era, resulta que estoy dejando de serlo. Esa sensación, no de decir ¿esto existía?
Jesús: sí diría, mira, ahora que me acuerdo los momentos más reconfortantes, cuando volví a tener conductas de antes, de personaje, de de payasete, y ya sentía rechazo, y ese rechazo, el ver que ya no me gustaba ser así, que estaba ya cambiando, que rechazaba todo eso… eso es lo lo más gratificante, esa transformación de que yo no soy así, que no me gusta ser así, que quiero ser un tío hecho y derecho.